Una de las mejores cosas que tiene viajar es que conoces a mucha gente. Gente diferente, de todas partes del mundo y con otra forma de ver la vida. Con algunos apenas compartes la mirada cómplice que se da entre viajeros o compatriotas que se encuentran por casualidad en un país extranjero, mientras que otros tienen algo que hará que siempre te acuerdes de ellos.
Eso es lo que me pasó con Mey-Lin. Nos la encontramos al llegar a nuestra guesthouse en Mirissa y en cuanto empezamos a hablar con ella nos dimos cuenta de que detrás había una historia de esas que se quedan grabadas. Después de un buen rato de conversación, le comenté la posibilidad de entrevistarla y quedamos para el día siguiente, y este es el resultado. Espero que la historia de Mey-Lin os cautive tanto como a mí pero, sobre todo, espero que la disfrutéis, que os haga pensar y aprendáis algo nuevo.

Mey-Lin eres de Italia, hablas a la perfección el castellano pero con un acento latino y tienes unos rasgos que parece fusión latino asiática…¿de dónde sale esa mezcla?
Nací en Uruguay y cuando tenía 3 meses me llevaron a Italia, donde crecí. Mi padre es de Uruguay y mi madre de Perú. Pero también tengo abuelos de China, España y Alemania. Pero crecí en el sur de Italia, en Vieste.
Ayer me contaste que llevas 6 o 7 años viviendo a caballo entre India e Italia…
Sí, hace 6 años empecé a viajar por América del Sur. Durante un tiempo estuve siempre viajando y trabajando. Por ejemplo, trabajaba cuatro meses en Italia y me pasaba otros ocho en Sudamérica trabajando, haciendo voluntariado…Poco después pasé a hacer lo mismo en la India, aunque allí también empecé a estudiar yoga.
Yo ya estudiaba yoga en Roma pero solo lo hacía algunos días, iba a cursos…Me enamoré del yoga y entonces empecé a practicar todos los días hasta que llegué a la India, donde empecé a estudiar seriamente. A día de hoy soy profesora de yoga en temporada alta y después voy viajando, aunque a veces también trabajo en un bar y a partir de otoño daré clases de yoga durante todo el año.
¿Qué países has visitado en América Latina?
Estuve en Uruguay, donde trabajaba durante la temporada alta. Después estuve por Argentina, me fui por Perú, Bolivia y la parte de interna de Brasil hasta las Cataratas de Iguazú y Paraguay. Todos son relindos pero los que más me gustaron fueron Perú y Bolivia, por su cultura. Tienen mucha conexión con la pachamama, la Mamá Tierra.
Perú y Bolivia tienen mucha conexión con la pachamama, la Mamá Tierra
¿Siempre has viajado sola?
Sí, yo siempre viajo sola. Luego conoces gente y amistades pero siempre voy sola porque eres totalmente libre. No tienes que planear absolutamente nada. Aunque también tiene la parte fea que de vez en cuando te sientes un poco sola. En mi caso, intenté viajar con más gente pero no puedo. Quizás una o dos personas sí, pero en grupo no. Creo que viajar sola es una cosa que hay que hacer al menos una vez en la vida.
Hablas muy bien el castellano y el italiano, ¿pero cuál es tu lengua materna?
Con mi madre hablo en italiano, pero cuando está enojada le sale el español. Ella me enseñó un poco de castellano pero cuando llegué a América Latina por primera vez me di cuenta de que no sabía absolutamente nada. Hablando y practicando lo acabé aprendiendo.

Descubriendo el yoga en la India
Has comentado que empezaste con el yoga porque te gustaba pero al final te enamoró. ¿Qué fue lo que te “enganchó” al yoga?
En Europa la visión del yoga está muy centrada solo en la parte física pero para mí es un estilo de vida, una filosofía, una manera de ser. El Hatha Yoga, el tradicional, es solo una parte, pero también hay el Karma Yoga, que consiste en trabajar de forma desinteresada por la comunidad, es decir, hacer algo por alguien sin esperar nada a cambio. Y hay otras formas de yoga relacionadas con cantar a las divinidades, con la alimentación, la forma de comportarse, etc.
Me encanta esta filosofía del yoga porque no habla solo del ejercicio. Y creo que me di cuenta de esto cuando llegué a la India.
¿Qué aporta el yoga a alguien que nunca lo haya hecho? Porqué le dirías que lo practicara…
El yoga te enseña que tienes que tener paciencia, que las cosas no se logran de un día al otro. También te ayuda a estar en paz y ser más honesto contigo mismo. Pero es todo una cuestión de calma, y no pensar que el yoga es solo una parte física, es mucho más.
¿Fue el yoga lo que te animó a viajar por primera vez a la India?
No, me había cansado de América Latina y quería llegar a un lugar que me dejara sin palabras. Necesitaba algo que me impactara y por eso fui a la India. Y al llegar me enamoré y ahora no veo la hora de regresar.
Necesitaba algo que me impactara y por eso fui a la India
¿Qué es lo primero que visitaste? ¿Te encantó desde el principio o al llegar sentiste cierto rechazo como suele pasarle a algunas personas?
Cuando llegué a Delhi y salí del aeropuerto pensé “me voy” porque es súper loco. Pensé que no podía. La verdad es que los primeros dos días dudé sobre quedarme o regresar a Europa. Esa primera vez me quedé 10 días en Nueva Delhi, donde realmente estuve muy mal. Luego me fui a Pushkar, donde tenía un amigo. Allí encontré un campo de voluntariado con niños, estuve un mes en Nepal, etc. De la India digamos que he recorrido desde la mitad del país hacia arriba.
Voluntaria en la India
Háblame un poco del voluntariado con los niños…
Hay una ONG que se ocupa de intentar enseñar inglés o algo a los niños. Así que construyeron algo similar a escuelas. Sin embargo, esto es muy difícil en la India porque los padres prefieren que los niños estén en la calle trabajando o pidiendo dinero. Así que pensé, si no podemos llevarles a las escuelas, podemos intentar enseñarles algo en el campo.
Desde ese momento empezamos a enseñarles los números, algunas palabras en inglés, etc. Pero es muy difícil porque se les diferencia por castas y a cada una tienes que enseñarle algo diferente. Y, además, no pueden estar todos juntos.
¿Qué es lo que más te impactó de esa experiencia?
El último día que estuve le pregunté a una amiga de allí -a la que llamo Strong Woman porque tiene 26 años y 3 niños- qué regalo le podía hacer, cualquier cosa. Y ella solo me pidió harina y agua. Ahí te das cuenta de que India es otro mundo y otra cosa, de que de verdad podemos hacer un montón para ayudar a los demás y no hacemos nada. La India es impactante.

En India, además de formarte como profesora de yoga y ser voluntaria, también sueles pedir que te fabriquen ropa y luego la vendes en Italia…
Sí, esto empezó con una señora que conozco desde hace muchos años y me ayudó a empezar a comprar en la India y después vender en Italia. Por otra parte, mi madre también tuvo siempre una tienda así que vender ropa siempre ha sido algo cercano.
En India es algo muy complicado porque tienes que decir las cosas 1000 veces y no las entienden, aquí en Sri Lanka es más sencillo. Aquí todavía no viene mucha gente a comprar y entonces la gente de las tiendas está más disponible y es más fácil. Además, lo que hago es averiguar donde se hace la ropa porque quiero saber quien la hace, garantizar que no trabajan niños en las fábricas, por ejemplo.
Antes nos has comentado que eres vegetariana, supongo que viene ligado a la filosofía del yoga, etc. Pero, ¿en qué momento decidiste dejar de comer carne y cómo lo llevaste?
Yo amo a los animales y hace 10 años que intenté ser vegetariana y estuve sin comer carne un año y algo pero después no estuve muy bien porque no estaba pendiente de la alimentación, solo comía tonterías. Así que tuve que volver a comer carne.
Para mí es lo mismo un animal que una persona porque un animal es vida y la vida es sagrada
El primer año en Suramérica volví a intentarlo y creo que no es nada difícil. Es algo mental. Yo creo que si eliges no comer carne es por algo que sientes. Para mí, comer carne sería como permitir que maten a alguien, porque para mí es lo mismo un animal que una persona porque un animal es vida y la vida es sagrada. Así que no puedo comer carne, ni siquiera algo que haya sido cocinado en un mismo recipiente en el que antes se haya cocinado carne.
Aprender viajando
¿Qué es lo que más te gusta de viajar y qué es lo que menos?
Lo que más me gusta es llegar a un lugar y que me deje sin palabras. También que viajando conoces un montón de gente y es hermoso. Te das cuenta de que el mundo es simplemente maravilloso, algo de lo que no te das cuenta mientras estás en casa. Viajando también te das cuenta de lo poco que necesitas de verdad. Cuando empiezas a viajar, es difícil dejarlo.
Lo que menos me gusta es que viajando también hay malos momentos. La gente piensa que cuando estás viajando siempre estás feliz y haciendo miles de cosas pero eso es mentira. Cuando viajas también sientes medio, te sientes sola, lloras, de vez en cuando quieres regresar a casa, extrañas a tu familia…Todo esto, aunque sea “malo” también es parte del viaje y está bien.
En este momento de mi vida algo ha cambiado y me da pereza viajar. No tengo ganas. Claramente siento que no soy la misma persona que cuando empecé a viajar. Cada viaje te cambia y la cosa más importante en la vida es cambiar, de cualquier forma. No digo que todo el mundo tenga que agarrar una mochila y recorrer el mundo pero sí hay que cambiar. Y en este momento de mi vida siento que quiero algo diferente. Porque al final, viajando tanto, porque no son una o dos semanas sino meses, al final nunca tienes estabilidad y en este momento de mi vida es lo que quiero. Pero eso no significa que vaya a dejar los viajes.
Hablabas de la parte mala de viajar: sentirse sola, tener miedo, etc…¿Cómo has afrontado esos momentos?
Yo creo que cualquier emoción que tengas (miedo, enfado,…) hay que vivirla. Todas las emociones están bien, ya sean buenas o malas. Por ejemplo, si tienes miedo…vivílo, deja que tu cuerpo sienta miedo. Si lo vas obstaculizando nunca se va a ir del todo pero si permites a tu cuerpo y tu mente sentir miedo, enfado o felicidad…eso también pasa. Te das cuenta de que todo pasa.
En Europa tenemos muchísimo ego y cuando viajas, por lo menos es lo que me pasa a mí, me doy cuenta de que no soy nada
¿Cómo crees que cambia o qué te aporta el hecho de viajar y el hacer yoga?
El viaje te cambia toda tu vida. Te agarra la cabeza y te la abre. Te das cuenta de que al final somos todos la misma idéntica cosa, no hay diferencia ni de color, ni edad, ni nada. Te das cuenta de que somos iguales y que al mismo tiempo no somos nada. Y es que en Europa tenemos muchísimo ego y cuando viajas, por lo menos es lo que me pasa a mí, me doy cuenta de que no soy nada, desde el buen sentido de la palabra.
Por eso, por lo menos una vez en la vida hay que viajar solo porque te ayuda a conocerte a ti mismo. Por ejemplo, si tienes miedo y viajas con tus amigos, no lo enfrentas igual porque estás con tus amigos, entonces es como un límite que tienes. En cambio, si estás solo, lo enfrentas y te das cuenta de lo fuerte que eres porque si no nunca lo vas a descubrir.
¿Cómo te ves dentro de 5 años?
Tengo que encontrar un equilibrio. Me gustaría de verdad encontrar el equilibrio entre los viajes y una “vida normal” porque no quiero dejar mi parte viajera. Sobre si me veo con familia o sin…sí que me gustaría con familia pero todo puede cambiar en un momento. Ni te das cuenta, pasa algo y te cambia toda la vida.
Entonces, en este momento tengo claro que quiero más estabilidad, algo que nunca llegué a pensar que podría pasar.